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Catedrática de Bioquímica y Biología Molecular
Catedrática de Bioquímica y Biología Molecular de la Universitat de València, Instituto de Biología Integrativa de Sistemas.
La vocación investigadora de Emilia Matallana viene de lejos:
“Me viene desde pequeña. Siempre he sido curiosa y he querido saber y encontrar explicaciones. Mi madre me contaba que quería las pruebas de todo, desde cuestiones religiosas como qué pruebas tenemos de que hay Dios, a todo lo que ocurría a mi alrededor. Además tengo un hermano que contribuyó mucho a fomentar mi interés por la biología, que al final es lo que acabé estudiando. Es una especie de Félix Rodríguez de la Fuente; sabe muchísimo de animales pero por afición, y siempre me traía todo tipo de bichos, me compraba juegos y libros que tuvieran que ver con la ciencia…”
Para que Emilia Matallana se convirtiera en una investigadora de la universidad esa curiosidad infantil y esa pasión por encontrar respuestas se unió a otro de sus intereses:
“Soy investigadora pero también docente. Soy profesora de universidad así que tengo esa doble faceta que para mí es totalmente inseparable. Desde muy pequeña, cuando me preguntaban qué quería ser, decía que maestra. Primero decía maestra y luego fui dándome cuenta de que lo que quería ser era profesora de personas adultas, no de menores/niñas/os. Y esa mezcla de mucha curiosidad por todo, de buscar respuestas y luego, mucho interés por trasmitir me ha llevado a donde estoy”.
Emilia Matallana dirige un grupo de investigación centrado en las levaduras:
“Si mi hermano no hubiera fomentado mi interés por la biología, a lo mejor hubiera acabado en otro sitio porque a mí me gustan mucho las ciencias en general. En algún momento me planteé estudiar física pero mi profesora de biología de COU decantó totalmente mi decisión. Gracias a ella tuve muy claro no solo que quería estudiar biología, sino también el área. Quería estudiar bioquímica y trabajar en el nivel molecular. Lo que me interesaba era comprender el metabolismo, los genes…, es decir, el nivel profundo”.
Y si desde el principio tuvo claro cuál era el campo en el que quería desarrollar su carrera, también tuvo claro desde ese inicio que lo iba a tener más difícil porque era una mujer:
“Lo tuve claro cuando me di cuenta de que quería dedicarme a la investigación, que mi aspiración era ser profesora de universidad. Eso ocurrió a mitad de la carrera, en tercero más o menos. De hecho mi expediente académico era bueno pero no el mejor. Yo era una joven feliz que no pensaba en las notas por encima de todo y anteponía muchas veces mi vida social. No me obsesionaba por tener las mejores notas. Y de repente, cuando pensé que quería ser profesora de universidad, me di cuenta de que necesitaba mucha nota e hice un sprint final en los dos últimos años de la carrera. Ahí sí me puse como prioridad absoluta conseguir las mejores notas posibles e intentar hacer una tesis. En esa época, a la vez, tomé conciencia de que eso iba a implicar dificultades importantes, y más grandes por el hecho de ser una mujer. Pero esas dificultades nunca han sido un freno para mí. He sido consciente, pero siempre he procurado tener claro lo que quería, y a lo mejor suena un poco duro decirlo así pero siempre lo he impuesto en mi entorno profesional: yo tengo claro lo que quiero y voy a hacerlo; el que esté de acuerdo conmigo que se sume al intento y el que no, que me deje seguir”.

Emilia Matallana era consciente ya desde su época de estudiante que para llegar a lo más alto en la carrera científica era necesario renunciar a algunas cosas, sobre todo si, como ella, eras una mujer:
“Yo creo que hay muchas investigadoras e investigadores que concentran un esfuerzo muy, muy grande en la faceta estrictamente investigadora y si haces eso es más fácil salir adelante, tanto si eres hombre como si eres mujer. Pero si no haces eso, si quieres tener una vida más completa, entonces es cuando las diferencias se hacen grandes entre hombres y mujeres”.
Y siendo consciente de este hecho, Emilia Matallana tomó una decisión:
“Decidí tener una vida completa. Cuando me refiero a una vida completa no quiero decir que no le haya dedicado y le dedique mucho esfuerzo y mucho tiempo a la investigación, le he dedicado mucho esfuerzo toda mi vida y se lo sigo dedicando todavía. Me refiero a que he puesto también un gran esfuerzo en otras facetas profesionales y personales: he tenido una hija, tengo una vida social intensa, soy fallera y siempre consigo tener mucha faena derivada de otras actividades. Me suelo implicar mucho en algunos aspectos que no son estrictamente una obligación de mi trabajo, por ejemplo, dedico todo el esfuerzo que puedo a la divulgación. Y si una abre mucho el abanico de cosas que hace, evidentemente no concentra en la investigación tanto esfuerzo como otras y otros, que a lo mejor tienen más reconocimiento o han conseguido más logros que yo. A mí eso me tiene muy tranquila y orgullosa porque considero que he logrado los suficientes sin haber sacrificado otros aspectos igualmente valiosos de mi vida”.
El trabajo en investigación de Emilia Matallana ha estado siempre relacionado con levaduras:
“He trabajado siempre en biología molecular de levaduras, microorganismos muy importantes por sus aplicaciones y también desde un punto de vista estrictamente básico, como modelo de los organismos eucariotas. Toda mi tesis doctoral y el periodo posdoctoral estuvieron enfocados a aspectos básicos de este microorganismo. El posdoctorado lo hice en la Universty of Pennsylvania, en Estados Unidos, entre 1990 y 1992, y allí tomé conciencia de que para mantenerse bien en investigación había que buscar aplicaciones a lo que una hacía. Volví muy convencida de eso e intenté hacer un giro en mi campo de investigación para enfocarlo hacia aspectos de interés aplicado. Con el paso del tiempo tuve la oportunidad de hacer ese giro con mi grupo de investigación, que se enfocó a estudiar las levaduras que se utilizan para hacer el vino y a investigar procesos que tuvieran importancia en la industria enológica. Yo era ya profesora de la Universitat de València pero en aquel momento pasamos a desarrollar nuestra investigación en el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos del CSIC. Eso fue en 1995, cuando yo gané mi plaza de profesora titular. En un momento dado, el responsable del grupo decidió volver a las instalaciones de la universidad, yo decidí quedarme y asumir la responsabilidad de mi grupo de investigación. Fue la decisión más difícil y más acertada de toda mi vida profesional porque he sido muy feliz durante 22 años en el IATA, para finalmente embarcarme en la aventura del Instituto de Biología Integrativa de Sistemas, un nuevo centro mixto de la Universitat de València y del CSIC, donde investigo actualmente”.
Uno de los artículos que Emilia Matallana destaca entre los que ha publicado a lo largo de su carrera es “producto de mi tesis doctoral. Mi trabajo predecía el papel de una proteína reguladora de la expresión génica que, en aquella época, a inicios de los 90, en mi grupo de la Universitat de València no teníamos la capacidad de caracterizar, pero nuestros datos sugerían su implicación; poco después se demostró que nuestra hipótesis era correcta y nuestro artículo todavía es citado por aportar las primeras evidencias del papel de ese regulador transcripcional”. Se trata de Chromatin structure of the yeast SUC2 promoter in regulatory mutants, junto con Franco L. y Pérez-Ortín JE. publicado en Molecular and General Genetics en 1992.
Otro que también destaca “es el último que he publicado como responsable principal de la investigación. Lo que más me gusta de ese artículo es que incluso antes de publicarse, cuando solo estaba online, me contactaron de Scientific American para redactar una nota de prensa sobre los resultados que presentábamos en él, que aportan una estrategia tecnológica para la mejora del comportamiento fermentativo de las levaduras vínicas, junto con un estudio de sus bases moleculares y una validación en simulaciones de las condiciones industriales. A día de hoy me produce todavía más satisfacción llegar a la sociedad que a la comunidad científica”. Es Validation and biochemical characterisation of beneficial argan oil treatment in biomass propagation for industrial active dry yeast production publicado este año, 2019, junto a Gamero-Sandemetrio E., Gómez-Pastor R. y Aranda A. en Innovative Food Science and Emerging Technologies.