© 2023 AMIT – Web desarrollada por Estudi Llimona

Investigadora Científica
Como en muchos otros casos de científicas en Occidente, el interés de Joaquina Álvarez Marrón por la carrera científica nació gracias a la figura de Marie Curie:
Gané un concurso de dibujo en el colegio, a los once o doce años, y me regalaron un libro sobre Marie Curie. Entonces pensé: “Quiero hacer eso. Quiero ser como esa señora”. A mi aquello me inspiró muchísimo. Quería saber todo sobre el mundo, así que al encontrarme con una señora que descubría cosas de la naturaleza, pues, claro, pensé que eso era lo que quería hacer yo.
Joaquina Álvarez acabó siendo geóloga un poco por casualidad pero también porque desde siempre le atraían las ciencias.
Desde que entré en contacto con ellas, siempre me gustaron las matemáticas, y se me daban bien. También me gustaba mucho la física. De la geología sabía muy poco. Los profesores que nos daban Naturales eran todos de biología y de geología; nos daban dos clases de nada.
Y así llegó para Joaquina Álvarez la hora de elegir carrera:
El problema es que en Oviedo entonces no había facultad de física ni de matemáticas; la más cercana a las ciencias puras era la de química. Y a mí la química en realidad no me gustaba tanto pero dije voy a ir por aquí a ver qué pasa. Estuve dos cursos en química y no me gustó. Y entonces me pasé a geología. Había comenzado a conocer a estudiantes de geología porque compartíamos el edificio de aulas con ellos y me encantaba lo de ponerse botas y salir al campo. Desde el principio lo que más me gustó fue la geología estructural, que es en lo que después me especialicé.
El que las mujeres fueran una minoría en la carrera no hizo que Joaquina sintiera una discriminación evidente hacia ellas, aunque recuerda un cierto trato diferente hacia las chicas respecto a los chicos:
Sí recuerdo, ya en segundo, una opinión generalizada de que la cartografía, esa especialidad que requiere mucho trabajo de campo, no era para las chicas porque es una actividad muy de bota, de subir montañas, de estar a la intemperie… Pero yo pensé vaya bobada, yo también puedo hacerlo. Ahí si noté una actitud un poco…, más que discriminatoria, paternalista.
Primero la tesina con una beca y después la tesis con otra, marcaron el camino de Joaquina hacia la investigación.
Cuando terminé, mi director de tesis me preguntó qué quería hacer y yo le dije que quería seguir investigando. Me aconsejó que me fuera al extranjero. Estuve en la Universidad de Londres, en el Royal Holloway College. Me vino muy bien, aprendí muchísimo y descubrí técnicas de análisis que en la facultad de Oviedo todavía no se habían implantado y que me pude traer cuando regresé.
Pero Oviedo no iba a ser su destino definitivo:
Como siempre quise dedicarme a la investigación, el CSIC me había deslumbrado siempre mucho. Era como el lugar ideal de investigación pura, no había que dar clases ni nada, solo investigar e investigar. Así que tuve la oportunidad de ir con un contrato posdoctoral y fui. Luego gané una plaza de Científica Titular, después otra de Investigadora, y aquí estoy.

La especialidad geológica de Joaquina, estructura y dinámica terrestre, la ha llevado a conocer y trabajar en lugares excepcionales:
Mi especialidad me ha llevado a visitar sitios preciosos: los Andes, los Urales, Taiwán. Durante diez años, tuvimos proyectos de investigación en los Urales. A partir de ahí nos planteamos seguir investigando en un sitio donde aquello que habíamos estudiado en Rusia estuviera activo y así poder analizar los procesos geológicos que ocurren en ese tipo de contexto tectónico que es la colisión entre un arco volcánico y un margen continental. Por ello comenzamos a investigar en Taiwán, donde llevamos diez años.
Joaquina Álvarez Marrón pertenece a AMIT desde los primeros años de andadura de la asociación y durante casi todo este tiempo ha ocupado cargos en la junta directiva:
Cuando era estudiante en la Universidad entré en contacto con la Asociación Feminista Asturiana. Pero hubo un momento en el que me dije: tengo que ponerme a estudiar porque nadie me va a resolver la vida y estudiar es mi camino para salir adelante y tener un futuro. Dejé todo lo demás y durante unos años me dediqué a estudiar y a trabajar duro por mi carrera investigadora. Pero cuando ya llegué al CSIC, a Barcelona, volví a mis inquietudes feministas y empecé a buscar a ver qué grupos había. Coincidió con el momento en el que se empezó a gestar AMIT y una compañera del Instituto me dijo que un grupo de mujeres del CSIC en Madrid estaban poniendo en marcha algo. Era el año 2002. Me puse en contacto con Flora de Pablo y le conté que quería asociarme. En 2003 Flora vino a Barcelona, la conocimos personalmente y empezamos con AMIT Catalunya. Desde 2004, año en que entré en la junta directiva como vocal, he estado en todos los puestos de la directiva hasta que desde 2016 a 2019 fui presidenta.