© 2023 AMIT – Web desarrollada por Estudi Llimona

Técnica superior en proyectos europeos para la integración de la dimensión de género y las políticas de igualdad en la I + D + i en FECYT
Lydia González Orta se interesó ya en secundaria por las revoluciones en la historia y los movimientos sociales:
“Por eso decidí estudiar Ciencias Políticas, además era un aliciente estudiar en Granada”.
Y ya en la carrera, se cruzó con ella el feminismo. Un encuentro casual que se ha convertido en el motor de su investigación y su trabajo profesional:
“En Políticas había una asignatura muy bonita de ideologías políticas contemporáneas y el profesor nos planteó que como trabajo de asignatura teníamos que seleccionar una ideología contemporánea de todo el listado y presentarla delante de la clase. Cuando yo fui a elegir, quedaban el pacifismo y el feminismo. En aquella época, con 19 años, me pareció que el pacifismo tenía poca chicha así que dije, “elijo el feminismo”. Le pregunté al profesor qué tenía que hacer y me dijo: te vas a la biblioteca y cuando creas que has leído lo suficiente de feminismo, vienes a hablar conmigo. Me fui a la biblioteca y ahí me encontré con las diferentes corrientes, con las posiciones políticas y toda la historia del movimiento de mujeres. Me pareció súper apasionante”.
A partir de aquel momento, el feminismo entró en su vida profesional:
“Empecé a buscar, incluso en otras facultades, asignaturas optativas que me cubrieran esa necesidad de información sobre el movimiento feminista. Ya tenía claro que me iba a especializar en estudios de género y cuando acabé la carrera busqué un máster. Elegí uno de dos años, el máster GEMMA, porque tenía bastante más contenido teórico que otros y me permitía hacer estancias internacionales”.
Lydia González explica así lo que le ocurrió cuando asumió lo que significaba el feminismo:
“Cuando empiezas a leer sobre feminismo, comienzas a conectarlo con cosas de tu propia vida y la de otras mujeres que conoces y en lugar de darle una explicación individual o personal, le das una explicación política. Eso es tan revelador que ya te acompaña para siempre”.
Empezó su máster en Oviedo y lo continuó con una estancia internacional en Budapest, en la Central European University, una universidad estadounidense.
“Lo que fue la caña es que ahí entré en contacto con historiadoras que habían trabajado el tema del movimiento feminista a nivel internacional y que fueron clave en la generación de los instrumentos internacionales de derechos humanos de las mujeres que tenemos hoy. Ellas supieron ver que había que ir a las instituciones internacionales y ahí introducir el tema de género en la agenda internacional. Son historiadoras que rescatan otras voces del movimiento feminista, de otras partes del mundo. Fue muy importante para mí entrar en contacto con esos feminismos críticos que siempre habían entendido el feminismo como una lucha política . No hablaban solo de género y patriarcado, hablaban también de racismo, de desigualdades económicas y de otras formas de opresión. Todo eso me gustó tanto que por ahí centré la tesis de máster. Lo que hice fue analizar los discursos en torno a las desigualdades económicas de las diferentes corrientes feministas en las cuatro Cconferencias Mmundiales sobre las mujeres de Naciones Unidas, desde la del 75 en México, hasta la de Beijing en el 95”.

Pero la relación de Lydia González Orta con el feminismo no se quedó solo en su investigación científica:
“A la vez que investigaba, colaboraba con asociaciones feministas de Canarias. Eso me permitió estar en los primeros tiempos de la plataforma CEDAW (Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Mujeres, por sus siglas en inglés) Sombra. Esta plataforma la formaron en 2014 un montón de organizaciones feministas de todo el Estado español. Nos pusimos a trabajar juntas para redactar un único informe crítico que se presentaría ante el Comité CEDAW. Era una época en la que vivíamos las amenazas al derecho al aborto, la crisis económica, los ajustes, todo lo que suponía para el empobrecimiento de las mujeres. Y aquí tengo que mencionar a Begoña San José, histórica del movimiento feminista en Madrid, que tuvo un papel clave coordinando todas estas organizaciones”.
A partir de ese momento, continúo en la vida de Lydia González la unión de ambas actividades: activismo e investigación:
“Mi parte de compromiso político y activismo ha estado siempre ligada con las investigaciones que hacía. Toda la parte de activismo me sirvió para aprender un montón. Mi idea siempre ha sido contribuir con investigaciones que fueran útiles para el movimiento feminista y para el conocimiento de los derechos humanos de las mujeres”.
Y pronto se sumó una actividad profesional más, también unida a la defensa de los derechos humanos de las mujeres y que conectó a Lydia González Orta con el sistema científico español:
“En 2013 empecé a colaborar con la Unidad de Igualdad de la Universidad de La Laguna en diferentes proyectos para romper con los estereotipos de género y la segregación horizontal. En Tenerife íbamos a los institutos de enseñanza secundaria y trabajábamos estos temas con el profesorado e íbamos a empresas y trabajábamos también con las tecnólogas de las empresas. Y una vez que habíamos sensibilizado a estos actores, trabajábamos ya con el alumnado. Después llegué al Instituto de Astrofísica de Canarias porque entraron en un proyecto europeo para desarrollar planes de igualdad en física. Fue una época muy interesante, se crearon alianzas muy buenas; hay allí un grupo de investigadoras, de tecnólogas y de mujeres en puestos de gestión muy comprometidas con estos temas”.
Y ya totalmente involucrada en las cuestiones de género en el sistema científico, llegó a la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt) donde desarrolla en la actualidad su trabajo:
“Lo que hacemos en FECYT es dar apoyo a diferentes actores del sistema. En mi caso doy apoyo en la parte que tiene que ver con proyectos europeos de género y ciencia en los que puede estar involucrada la Unidad de Mujeres y Ciencia del Ministerio o bien la Agencia Estatal de Investigación, como por ejemplo, una ERANET Cofund en la que diferentes agencias de financiación europeas, y también de otros países fuera de la UE, se juntan para desarrollar un programa de investigación por el que quieren apostar. En este caso se han juntado para financiar estudios de género relacionados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (ODS). Es una oportunidad buenísima para las personas que investigan en género en España porque pueden entrar en equipos internacionales y contar con financiaciónOtra cosa que estamos haciendo desde FECYT es intervenir en proyectos para financiar tecnologías cuánticas. Se dieron cuenta de que había infrarrepresentación de mujeres y decidieron que había que hacer algo”.
En cuanto a su participación en AMIT, ha formado parte, como vocal, de la junta directiva anterior desde la que ha impulsado la creación del grupo de jóvenes de la asociación:
“A AMIT llegué cuando estaba haciendo el doctorado y trabajando en Valencia, cuando estaba ya más involucrada en los temas de ciencia y género. Fue la ex presidenta de AMIT, Capitolina Díaz, la que me animó a hacerme socia y a que me involucrara. Por eso me hice socia y luego entré en la junta directiva en la que he estado desde 2019 hasta 2022”.
En la junta directiva de AMIT, Lydia González Orta ha aportado su interesante visión sobre los problemas que sufren las jóvenes investigadoras y ha impulsado la creación del grupo de jóvenes dentro de la asociación.